Desde una temprana edad, Igor Ivanovich Sikorsky mostró una notable habilidad para la ingeniería. A los 12 años, utilizó piezas de la máquina de coser de su madre para construir un motor. Años más tarde, intentó construir un helicóptero, aunque sin éxito inicial.
Inspirado por los hermanos Wright, Sikorsky se dedicó a la construcción de aviones. En pocos años, se convirtió en uno de los ingenieros aeronáuticos más destacados de Rusia, llegando a ser Director de Aviación de la Baltic Railroad Car Works. Su trabajo fue tan sobresaliente que el Zar consideró nombrarlo caballero.
Sikorsky fue pionero en la instalación de múltiples motores en un avión, con la finalidad de reducir el riesgo de fallos. La inclusión de motores de respaldo permitía que el avión siguiera volando, incluso si uno fallaba. A pesar de las críticas por el peso adicional y las posibles consecuencias, su innovación resultó fundamental para la aviación.
En 1913, Sikorsky construyó un avión de 27 metros con cuatro grandes motores, conocido como “El Grande”, que mantenía una velocidad de despegue de 65 km/h. Posteriormente, creó el “Ilya Muromets”, un avión aún mayor que se convirtió en el principal bombardero de la Fuerza Aérea Imperial Rusa durante la Primera Guerra Mundial.
La Revolución Rusa transformó su éxito en un riesgo, ya que su reconocimiento por parte del Zar lo convertía en un enemigo de la clase obrera. Sikorsky decidió huir de Rusia, dejando atrás a su esposa e hija y se dirigió a París.
Las autoridades francesas lo conocían bien por haber adquirido motores para sus 400 bombarderos y le encargaron la construcción de un gran bombardero para el Ejército Francés. Sin embargo, al finalizar la guerra, se quedó sin trabajo y decidió emigrar a Estados Unidos, donde era un desconocido y la demanda de aviones había disminuido.
Su llegada a Estados Unidos
En el Lower East Side de Nueva York, Sikorsky se convirtió en tutor de inmigrantes rusos, impartiendo conferencias sobre matemáticas, astronomía y aviación, viviendo en la pobreza, aunque era admirado por los refugiados rusos.
El Resurgimiento de Sikorsky en la Aviación
Para 1920, Sikorsky pensaba que nunca volvería a construir aviones. Sin embargo, en 1923, un grupo de inmigrantes rusos le proporcionó una pequeña cantidad de dinero y colaboración para que les construyera un avión. Se establecieron en una granja de pollos junto al Aeropuerto Roosevelt en Long Island. A pesar de los escasos recursos para la nómina y materiales, trabajaron día y noche en un gran avión diseñado por Sikorsky.
Un día, cuando el proyecto estaba en una fase crítica y necesitaba motores de alta potencia, la situación parecía desesperada. Fue entonces cuando llegó un hombre elegante en una limusina, marcando un giro inesperado en la historia de Sikorsky.
El Encuentro con Sergei Rachmaninov
Se trataba de Sergei Rachmaninov, el famoso músico, quien inspeccionó el avión que Sikorsky y su equipo construían al aire libre. Tras hablar con Igor Sikorsky, le extendió un cheque por $5,000 y le dijo: "Confío en ti y creo que me pagarás cuando empieces a construir tus aviones". Gracias a esta inversión, Sikorsky pudo completar el S-29A, precursor del avión moderno de lujo.
La visión de la aviación moderna
En 1930, Sikorsky dio una entrevista en la que vislumbró el futuro de la aviación: grandes aviones recorriendo largas distancias, con Nueva York como epicentro de las grandes corporaciones de aviación y punto de partida para vuelos a diferentes partes del mundo.
El primer gran éxito de Sikorsky fue el avión anfibio S-38 Amphibion, que Pan American utilizó para abrir nuevas rutas a Centro y Sudamérica, donde no había pistas de aterrizaje. Este éxito atrajo nuevos inversores, incluyendo United Aviation, proporcionando a Sikorsky los recursos necesarios para crear aviones a gran escala.
Charles Lindbergh, un destacado piloto que trabajaba para Pan Am, se convirtió en gran amigo de Sikorsky. Lindbergh abría nuevas rutas, mientras Sikorsky resolvía los problemas de ingeniería y tecnología para llevar más combustible y cubrir distancias más largas. Lindbergh consideraba a Sikorsky no solo un gran inventor e ingeniero, sino también el mejor piloto y diseñador de aviones del mundo.
La Revolución en el rescate aéreo
Sikorsky creó la flota Pan Am Clippers, fabricó grandes aviones en Rusia y bombarderos para Estados Unidos. Como todo creador e inventor, a mediados de los años 30, revisó sus bocetos y patentes con el objetivo de crear un helicóptero capaz de salvar vidas. En su fábrica de Stratford, Connecticut, junto a su equipo, en su mayoría inmigrantes rusos, construyeron el VS-300. El 14 de septiembre, Sikorsky pilotó su helicóptero, elevándolo suavemente y manteniéndolo estable, demostrando que era posible fabricar un helicóptero seguro.
A partir de entonces, Sikorsky se dedicó a diseñar y fabricar helicópteros el resto de su vida. La Guardia Costera se interesó y le compró cuatro helicópteros para pruebas, lo que llevó a más pedidos. Entre sus creaciones destacadas está el H-60 Black Hawk.
Inspiración para Futuras Generaciones
En el contexto del cambio climático, es crucial considerar la creación de aviones que no contaminen. Aunque ya existen aviones eléctricos, su construcción y baterías dejan una huella de carbono, y la carga eléctrica a menudo no proviene de energía limpia.
Cien años después, estudiantes en Japón inventaron un avión bicicleta que utiliza energía generada solo con pedales para volar. Aquí les dejo el link sobre esta innovadora creación. Nos vemos en la próxima historia de inventores.
Autor: Ignacio Núñez.
Ingeniero e inventor, estudioso de la historia de los desarrollos hechos en el mundo y la aplicación práctica por medio de modelos o prototipos funcionales.